Anora, una joven trabajadora sexual de Brooklyn, tiene la oportunidad de vivir la historia de la Cenicienta cuando conoce y de manera impulsiva se casa con el hijo de un oligarca. Cuando la noticia llega a Rusia su cuento de hadas se ve amenazado, ya que los padres de él se dirigen hacia Nueva York para anular el matrimonio.

Estilísticamente emocionante, inmensamente entretenida y emocionalmente genuina, Anora es una singular variación de una historia de la Cenicienta que sólo podría provenir de Sean Baker. Ambientada en 2018, sigue la alocada odisea de su protagonista, una joven trabajadora sexual ruso-estadounidense que se ve arrastrada fuera de su vida cotidiana como bailarina erótica por el impetuoso y derrochador hijo de un oligarca ruso.

La narración zigzaguea, sumergiéndonos primero en lugares –un lujoso club para caballeros de Manhattan, un gigantesco complejo en la costa de Brooklyn, el ostentoso y maravilloso país de las maravillas de Las Vegas– que parecen estar desvinculados del cotidiano mundo exterior. Justo cuando la película parece asentarse en la cadencia de una historia de amor, se salta los límites del género para convertirse en una película de persecución intensa y oscuramente divertida que recorre las calles de Brighton Beach, Coney Island y Manhattan. Hacia el final de la película, el tono cambia una vez más, llevando la historia a una conclusión matizada y conmovedora, cuando Anora regresa al hogar que creía haber dejado atrás.
